CAPÍTULOS

Salud Mental, Solidaridad y Amorosidad

Presidente
Hugo Dramisino

Vicepresidenta
Mariana Rivadeneira

Secretaria Científica
Florencia Sánchez

Vocales Titulares

  • Horacio Navarre
  • Natalia Valcarcel
  • Silvia Zappa

Vocales Suplentes

  • Andrea Caeiro
  • Laura Spaccarotella
  • Romina Calcagno

Fundamentación
Este Capítulo se encuentra abocado a investigar, promover y difundir sobre la articulación entre solidaridad, empatía, ética de la otredad, amorosidad y salud mental. Nuestra propuesta se fundamenta en los siguientes conceptos:

Observamos con preocupación que los procesos de globalización, de excesiva mercantilización de la vida cotidiana y el impacto de las redes sociales informáticas, asociado a la exacerbación de la extimación, parecen consolidar una marcada tendencia hacia el individualismo extremo (yoismo), sumado a un desconcertante incremento de los "discursos de odio" enmarcados, muchas veces, en ideologías crueles como el racismo, la xenofobia, la misoginia, la homofobia y la aporofobia. Este panorama se aleja notoriamente de una necesaria ética de la otredad, único reaseguro de una existencia en armonía colectiva. Sabemos que la falta de empatía no solo podemos abordarla como una ruptura en la base misma de las relaciones intersubjetivas sino también como un síntoma psicopatológico.

La solidaridad la consideramos en sus dos acepciones; tanto como la ayuda brindada para resolver un problema sin recibir nada a cambio, tanto como la solidez de los lazos sociales que unen a los integrantes de una determinada comunidad. Estos dos miramientos se relacionan directamente con la ética de la otredad y con los derechos humanos. Nosotros creemos que también se da un vínculo con la salud mental, no solo por prevenir la expansión de un narcisismo patológico sino también porque los gestos y los actos solidarios genuinos (no confundir con actitudes caritativas) tendrían también un impacto anti-estrés y anti-depresivo (incluso se encontraría un correlato neurobiológico relacionado con los aumentos de oxitocina y serotonina). Ya Sócrates nos legó que "la verdadera felicidad consiste en hacer el bien".

Desde otra perspectiva, consideramos que fomentar, desde nuestro rol de agentes promotores de salud mental, la solidaridad y el sentimiento comunitario es una manera concreta de contrarrestar aspectos negativos -individualismo extremo, excesivo consumismo y agotador vertiginosidad- de este tiempo posmoderno, muy acertadamente descripto por Zygmunt Bauman como "modernidad líquida" y en el que queda muy afectada la "ética de la alteridad", tal como nos propone Emmanuel Lévinas.

La base de estos fundamentos se encuentra en la amorosidad, entendida como la predisposición y la capacidad de amar tanto al prójimo como al ser lejano y a la vida misma. En tal orden adherimos a lo propuesto por André Comte-Sponville al considerar que el amor a la vida no debe excluir atravesar momentos desagradables; lo valioso es la predisposición amorosa, no así la búsqueda permanente de la felicidad, ya que quien ama sólo la felicidad solamente amará su existencia en los ocasionales momentos de alegría.

La amorosidad también se puede traducir como ser amoroso con el otro, y he aquí el cimiento la empatía y, por añadidura, de la ética de la otredad. Claramente la ausencia de amorosidad no solo constituye una fisura en la consideración de la alteridad y una consecuente afectación del proceso de socialización (es decir, como una problemática social) sino también se puede interpretar como una cuestión psicopatológica.

Dos denominaciones históricas que se le ha dado al amor también guiarán las áreas de nuestras líneas de investigación. Nos referimos a Eros y Philia.

Eros es el amor que trata de poseer y de consumir, íntimamente ligado a la conquista y al goce. En este punto destacaremos las diferencias entre el enamoramiento y el amor de pareja, como así también intentaremos ahondar sobre las patologías del amor (o pseudo-amor) como el amor como pasión posesiva, como relación amo – esclavo o como amor unilateral. En este punto, es dable aclarar que nuestros trabajos tratarán de ahondar sobre la clínica del narcisismo patológico.

Philia es la felicidad que nos brindan nuestros vínculos socio-afectivos que bien podrían identificarse con la amistad en un sentido más amplio pero también con los lazos familiares, aunque de manera particular con el amor hacia hijos e hijas. Siendo este último un vínculo amatorio sumamente especial ya que a diferencia de otras formas amatorias, esta relación no debe enmarcarse en una apetencia por el "prendimiento" al objeto amado sino todo lo contrario, se buscará el "desprendimiento". Premisa esencial: los hijos y las hijas pertenecen a la vida, no son un capital propio. Produciéndose de esta manera uno de los gestos más afanosos y nobles del psiquismo; sin dudas el más importante y significativo renunciamiento narcisista. El objetivo del amor hacia hijos e hijas es lograr que, una vez criados, puedan hacer de su vida lo que ellos y ellas deseen. Y, he aquí, el basamento supremo de la salud mental.

En concordancia con esta última premisa, sostenemos que hay una tríada nuclear sobre la que se sustenta la salud mental: el amor, la libertad y la responsabilidad. Estos aspectos basales regulan esencialmente la relación del individuo con los otros, de uno con el mundo. En tal sentido, y en relación a nuestra propuesta de trabajo, trataremos de abordar especialmente desde una perspectiva psicodinámica los vínculos amatorios desde el más fundamental de todos, el amor de una madre a su bebé; pasando por la fraternidad y la sororidad, por el amor filial y el de pareja. Este abordaje también comprende aspectos que no se circunscriben a lo psicológico sino también a miradas sociológicas, antropológicas, neurobiológicas y filosóficas.

Esta perspectiva también tiene otra arista, la pedagogía de la amorosidad (inspirada en la obra de Paulo Freire). Perspectiva a la que otorgamos una doble consideración: tanto como una actitud clínica indispensable en toda técnica psicoterapéutica, tanto como una forma de afrontar nuestra relación con colegas. En tal sentido, nos identificamos con aquella sabía frase de Carl Jung: "Conozca todas las teorías, domine las técnicas, pero al tocar un alma humana sea además otra alma humana".

A manera de conclusión podemos afirmar que las relaciones intersubjetivas requieren de un principio fundamental: la ética de la otredad. Esta predisposición conlleva el entendimiento sustantivo de la otredad como un semejante. En tal sentido, advertimos que la base de esta propensión se sustenta en la amorosidad. Sus manifestaciones se estructuran en el respeto, el cuidado, la delicadeza y, sobre todo, en la ternura. La mirada delicada (adivinadora y anticipatoria) que se le brinda a un infante en su crianza, se convierte en el ejemplo de gesto humano más tierno y, por otra parte, la piedra basal de una futura actitud solidaria y de la capacidad de amar y ser amado y, por añadidura, de la salud mental. Todo ello enmarcado en el amor a la vida misma, más allá de infortunios, injusticias y padecimientos.

Por último, queremos destacar algunos autores, además de los ya citados, Bauman, Lévinas, Comte-Sponville y Freire, en los que hemos basado nuestra propuesta: Freud, Erich Fromm, Donald Winnicott, John Bowlby, Joyce Mc Dougall, Martin Buber, Jacques Lacan, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Alain Badiou y Roland Barthes, entre otros.